De acuerdo con las estadísticas publicadas por CADIVI y el Banco Central de Venezuela (BCV), la liquidación efectiva de divisas por parte del instituto emisor se aceleró notablemente en las últimas dos semanas. La cifras reportadas para ambos períodos alcanzaron un promedio de 60.51 y 36.07 millones de dólares diarios, para cerrar Noviembre con un promedio total de liquidación efectiva de 34.3 millones de dólares. Este valor se encuentra relativamente cerca del promedio de venta de 50 millones de dólares diarios, que es el estimado que tradicionalmente se utiliza para los fines de planificación monetaria del BCV en circunstancias normales.
Vistos los patrones de inestabilidad con que ha funcionado el control de cambio vigente, quizás resulte prematuro ensayar una interpretación de mediano plazo sobre esta tendencia, pero vale la pena hacer el ejercicio intelectual. Durante los meses pasados el gobierno ha mantenido un control de cambio férreo, combinado con una fuerte aceleración del gasto público vía las diferentes misiones. Esta combinación condujo a un peligroso crecimiento exponencial en la cantidad de circulante, 41.6% en lo que va de año, 58.2% para los últimos doce meses. Visto así, en una economía que presumiblemente está produciendo 12% menos que el año pasado, ahora hay 58% más de dinero.
Ante este panorama, las empresas que cuentan con capacidad ociosa para expandir la producción en el corto plazo, se encontraron con que CADIVI no les estaba dando acceso a las divisas necesarias para importar las materias primas requeridas. En este sentido, el afán del gobierno por mantener un control que por momentos casi rayó en suspensión, provocó caídas sucesivas en la producción del sector privado (11.5% y 6.3% en los dos últimos trimestres), que provocaron un repunte de la inflación en Noviembre (promedio últimos doce meses), a nivel del consumidor (26.1%), del Núcleo Inflacionario (36.7%), y de mayoristas (44.7%).
Una inflación de esas características en medio de una fuerza laboral que en un 70% se encuentra repartida entre el desempleo y la informalidad, puede tener efectos devastadores sobre la pobreza.
Quizás el gobierno, 10 meses después, se haya dado cuenta que esta dinámica revanchista y absurda en realidad se le estaba convirtiendo en un autogol. Quizás a eso responde la flexibilización de las liquidaciones. La relación solicitudes-liquidaciones sigue estando ligeramente por encima de 30%, pero si se empiezan a liquidar entre 35 y 45 millones de dólares diarios, las empresas privadas van a tener un mayor margen para responder a los impulsos de demanda que está generando el gobierno, utilizando su capacidad ociosa.
Esta tendencia puede apuntar hacia un final de año y comienzos del 2004 relativamente más favorables, siempre en función de la relación que exista entre el apetito del gobierno por continuar gastando, y la eficiencia de CADIVI. En cualquier caso, así como conviene reconocer esta probable mejora, conviene también advertir que la resaca vendrá más tarde, cuando el gobierno que corresponda se encuentre ante la incómoda elección de recortar las dádivas presidenciales, endeudarse más para financiar gasto corriente, o devaluar para cuadrar las cuentas (o una combinación de las tres). Esas decisiones vendrán también acompañadas por la urgencia de corregir las distorsiones cambiarias y de precios que están generando los controles en ambos sectores de la economía. Amanecerá y veremos.
Miguel Angel Santos