El gobierno se cansó de partir la torta del dólar paralelo a razón de 50%-50% con el público venezolano. Montados encima de la curva de aprendizaje tras tres años de emisiones bolívar-dólar, notas estructuras y bonos de PDVSA, decidieron que la tasa implícita debe estar cada vez más cerca del dólar paralelo y más lejos del oficial. Para lograrlo se valieron de dos herramientas: Un ingenioso mecanismo de subasta y un cambio en las condiciones del bono posterior a la propia subasta.
El mecanismo de subasta aprovecha al máximo el monopolio de las divisas que tiene el gobierno, obligando a los participantes a ofrecer una cantidad de bolívares cada vez mayor a cambio de los mismos dólares. Es decir, el trato original se mantiene: “Si yo vendo mis petrodólares en el BCV me dan 2.150 bolívares por dólar, si tu sales a comprar un dólar te cuesta 6.400 bolívares, ¿por qué no hacemos negocio?”. Esta vez el negocio cayó más cerca que nunca del patio del gobierno: Según la magnitud de las ofertas la tasa de cambio implícita resultó entre 5.134 y 5.977 bolívares por dólar. Como bromeaba (me imagino) el diputado Escalona: El paralelo no existe, pero eso sí, mientras tanto vamos a seguir aprovechándonos de él.
El cambio en las condiciones no fue nada sutil, a pesar de que esa fue la impresión que quisieron imprimir en los periodistas de la fuente Rodrigo Cabezas y Guillermo Ortega en una apresurada rueda de prensa (sin preguntas) convocada el miércoles por la mañana. De acuerdo con la convocatoria original (5/11/2007) el cupón (interés) del VEBONO 2014 sería de “11.98% variable indexado al rendimiento de las letras del tesoro”, mientras el del VEBONO 2015 sería de “11.54% variable indexado al rendimiento de las letras del tesoro”. De acuerdo con la fe de errata que existía en la página web del Ministerio de Finanzas hasta el día miércoles, en el caso del VEBONO 2014, “En donde dice 11,98% debe decir 11,54%” y en el del VEBONO 2015, “En donde dice 11,54% debe decir 9,70%”. Es decir, una vez cerrada la subasta, una vez que los participantes han revisado las condiciones y llegado a la conclusión de qué precio quieren ofrecer por el paquete de bonos, cambiaron las condiciones. En la rueda de prensa se trató de minimizar este error aludiendo a que la esencia se mantiene, se ofrece un margen de 2,50% por encima del promedio de las letras, lo que pasa es que “nos equivocamos en el promedio de las letras”. Eso no es verdad, la hoja de términos inicial no habla de márgenes sobre letras, habla de tasas indexadas al rendimiento de las letras, que no es lo mismo, ni se escribe igual.
Todos esos beneficios derivados de vender petrodólares en el mercado paralelo vía bonos tienen también sus costos. Al reconocer y reforzar la cotización paralela se mantiene la presión inflacionaria. Aún quienes reciben dólares a la tasa oficial hacen pricing en algún lugar intermedio entre el dólar oficial y el paralelo, para contabilizar por la probabilidad que existe de que en algún momento los dejen sin autorizaciones de CADIVI. Todo esto, dada la persistencia del control de precios, nos ha llevado también a una crisis de escasez inexplicable en plena bonanza. ¿Y entonces?
Miguel Ángel Santos