La Caimanera Europea y el euro

La Caimanera Europea y el euro

El Universal

Uno suele pensar que los tipos de cambio fijo son un reto para países emergentes, más propensos al populismo, a la indisciplina fiscal, a imprimir dinero para financiar el gasto público y endeudarse más allá de lo que es técnicamente saludable. En fin, que no somos buenos salvajes. ¿Y el euro? ¿Acaso la civilización y los años que nos lleva Europa sí son suficientes para evitar estos males?

No ha pasado mucho tiempo (algo más de lo que toma salir de un tipo de cambio fijo en América Latina, cierto, pero no mucho más) para que el euro haya entrado bajo fuego. La cultura es distinta, sí, pero las motivaciones son idénticas. ¿Quiénes están en problemas? Grecia, Portugal, Irlanda, España. Precisamente aquellos países en donde, tras la creación del euro, la inflación tardó más en ceder. Esto apreció desde bien temprano sus monedas, dándoles un poder de compra en el exterior que no tenían a nivel doméstico y que tampoco se correspondía con su productividad en el trabajo. En ese sentido, hay muy poca diferencia entre el boom de viajeros e importaciones argentinas durante la época de la “convertibilidad” y el boom de españoles que uno se ha encontrado en todos estos años viajando por ahí (uno viaja con CADIVI y ellos con las contribuciones de los demás miembros de la Unión Europea).

Con un problema adicional. El euro viene a ser una unión monetaria allí en donde no existe unidad fiscal. Esta es una de las ventajas que los vendedores del tipo de cambio fijo promocionan más en sus folletos: La disciplina fiscal es automática. Y la verdad es que no. Ahora, para salvar el Euro, se impone la creación de un ente regional que emita deuda soberana de forma consolidada. Eso equivale a promover una unión fiscal que será mucho más difícil de concretar que la monetaria y está expresamente en contra de los tratados iniciales de la Unión.

¿Y entonces? El panorama Europeo hoy en día parece una de esas buenas caimaneras que se ven en América Latina. Por un lado, Angela Merkel repitiendo que la existencia del euro “ha dejado de ser una cuestión académica” y amenazando con una renegociación de la deuda europea (no se refiere a la de Alemania, está claro). Por el otro, el Presidente del Banco Central Europeo y los ministros de economía de los países que sufren las subidas de tasas de interés cada vez que ella abre la boca, insistiendo en que “hay voceros que declaran fuera de su propio mandato y de su propia responsabilidad”. Y es que si eso ocurre, algunos de sus países se van a ver excluidos de los mercados de deuda, con una moneda apreciada y alto desempleo. Y en ese punto quizás se empiecen a preguntar de qué sirve permanecer en el euro.

Ahora bien, la caída del euro vendría a ser algo así como la mamá de todas las crisis. Pero salvarlo tomará mucho esfuerzo y sacrificio, habrá que deflactar los salarios de la economía (estimulando el desempleo) para que los niveles de precios en esos países vuelvan a ser “normales” en términos relativos. Será lento y doloroso. Toda una lección para los que no estamos en el ojo de este huracán (aunque sí de otros) y debemos pensar en los arreglos de política que habrá que implementar una vez que salgamos de nuestra propia edad media.

Disponible en:
http://www.eluniversal.com/opinion/101203/la-caima…

Miguel Ángel Santos

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