La misma semana en la Tobías Nóbrega introdujo en la Asamblea Nacional el Presupuesto Nacional 2004 para su discusión, desapareció de la página de internet del Ministerio de Finanzas la sección correspondiente al “Perfil de Amortización de la Deuda Venezolana” (interna y externa). Una semana antes, esa página reflejaba que para el año 2004 el gobierno venezolano debía amortizar 11.074.014 millones de bolívares, 6.787.714 millones de bolívares correspondientes a vencimientos de deuda interna, y 4.387.200 millones de bolívares de deuda externa. De acuerdo con el Presupuesto Nacional 2004, ambas amortizaciones apenas alcanzan 5.680.000 millones de bolívares.
Contando con esta gigantesca omisión, el Ministerio de Finanzas presentó un presupuesto con necesidades de financiamiento por 20 billones de bolívares (40% del gasto total presupuestado), pero solicitó en la Ley Paraguas (instrumento en donde se contemplan todos los mecanismos para cubrir las necesidades de caja) autorización para buscar financiamiento hasta por 26.25 billones de bolívares, una cifra que excede a las necesidades presupuestadas casi en el mismo monto en el que está subestimada la amortización de deuda para el 2004.
Esta manipulación ramplona y chapucera se ha convertido en un lineamiento estratégico orientado a confundir y acaso ocultar el verdadero deterioro de nuestras finanzas públicas y de la economía en general.
Así, tenemos un gobierno jactándose de tener la inflación de los últimos doce meses “controlada” en 25.73%, cuando los productos de la canasta básica no se consiguen a los precios controlados; y cuando la inflación que está marcando el índice de precios al por mayor (IPM) se encuentra en 43.27% para los últimos 12 meses (por cierto, la inflación “controlada” es de lejos la más alta de toda América Latina). También es así como ha sido ocultada la escasez generada por el control de precios, pues el Banco Central (BCV) ya no publica (aunque sí lo calcula) el índice de escasez, que representa el porcentaje de veces que un producto de la canasta básica es solicitado en un abasto de ocasión y no está disponible.
Siendo así, no es de extrañar que el pasado Lunes 20 de Octubre, el Presidente del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) Elías Eljuri, ofreciera los servicios de esta institución para “contribuir” con el Banco Central (BCV) en la estimación de las estadísticas de inflación. Entre sus alegatos, comentaba Eljuri que el INE está haciendo énfasis en “comenzar otra vez el acopio de información sobre el sector construcción, cuyas estadísticas no se encuentran en condiciones desde hace tiempo”. Esta exposición de motivos corresponde precisamente al ideólogo del último truco barato de la revolución, uno que dejaría pálido al hechicero original de la Radio Rochela que da título a esta crónica. Se le ha ocurrido a Eljuri que a partir de ahora ya no se van a considerar pobres aquellas familias sin ingresos suficientes para adquirir la canasta básica, sino aquellas familias cuya dotación de electrodomésticos no satisfaga el mínimo establecido por el mago de ocasión. Así, por ejemplo, quien no tiene para comprar comida pero sí tiene nevera, no contará como pobre para el INE. Irónicamente, bajo estas reglas una familia que no tenga qué comer no pasará a formar parte de las estadísticas de pobreza hasta tanto no venda (o si es muy vieja, empuje por un barranco aledaño) el artefacto de línea blanca.
Manipulaciones más, manipulaciones menos, menos mal que aquí casi todos estamos claros de que a fin de que lo único que no se encuentra en condiciones desde hace tiempo son la economía venezolana y sus instituciones.
Miguel Angel Santos