¿Qué tan grave es para nosotros la caída del petróleo?

¿Qué tan grave es para nosotros la caída del petróleo?

El Universal

A mediados de esta semana el precio del petróleo venezolano alcanzó los 55 dólares por barril, una caída de 56% con respecto a su punto más alto, registrado apenas en el mes de julio pasado: 126 dólares. ¿Estamos preparados para afrontar una caída de esa magnitud? Por un lado, la experiencia apunta a que Venezuela nunca ha estado preparada para enfrentar una fuerte caída en los precios, que nosotros somos un país acostumbrado a consumir bastante más de lo que produce (el petróleo paga la cuenta, mientras pueda), y que hoy más que nunca dependemos del crudo para obtener divisas, ingresos fiscales, e impulsar al resto de la economía. Por otro lado, el gobierno ha decidido hacerle frente a esas expectativas armando un presupuesto para 2009 según el cual la inflación no superará el 15%, no habrá devaluación, y se mantendrán los niveles de gasto público. ¿Y entonces?

La caída en los precios del petróleo se transmite a la economía del país a través de un vaso conductor principal: la obtención de dólares a través de las exportaciones petroleras. El petróleo provee a Venezuela de más del 95% de las divisas que el país obtiene al año. Las otras vías de obtener divisas, exportaciones no tradicionales, inversión extranjera y préstamos en dólares obtenidos en el exterior por el sector privado o por el gobierno, están cerradas por diferentes razones. El entorno que rodea la actividad privada ahuyenta la inversión, colocándonos en franca desventaja en relación con otros países de la región como Colombia, Panamá, Costa Rica, México o Chile, los principales receptores de inversión extranjera en América Latina. Esa ausencia de inversión, y la política del gobierno de promover las importaciones de forma masiva para combatir la inflación, redujo a cero nuestras posibilidades de realizar exportaciones no tradicionales. Por último, la crisis financiera mundial ha provocado una caída en la disposición a prestarle a economías emergentes.

¿En qué utiliza el gobierno los fondos que recibe por concepto de exportaciones petroleras? En 2007, por ejemplo, se recibieron 69.195 millones de dólares (94% petróleo). ¿En qué se utilizaron? En cuatro rubros principales: a) Importaciones (45.463 millones de dólares), b) Venta de dólares al sector privado venezolano (para atender el mercado paralelo o repatriación de dividendos: 16.477 millones de dólares), c) Acumulación de activos públicos en el exterior (FONDEN y compañía: 9.328 millones de dólares), y d) balanza de servicios (viajes, fletes de transporte, seguros y otros servicios pagados en el exterior, 3.700 millones de dólares). Después de esos cuatro usos, nuestra balanza de pagos registró una cifra negativa (5.742 millones de dólares). Durante el primer semestre del año, a pesar de que el petróleo venezolano promedió 100 dólares por barril, ocurrió algo similar.

A través de esos cuatro usos que podemos evaluar mejor qué ocurriría si el país viese reducida de forma drástica sus exportaciones petroleras. En orden de importancia, habría que reducir drásticamente las importaciones (devaluando, o restringiendo el acceso a las divisas a tasa oficial 2,15); reducir la oferta de divisas en el mercado paralelo (depreciación); detener la acumulación de dinero en fondos públicos en el exterior (recortes a subsidios petroleros a países vecinos); y reducir el déficit de servicios (reducción en el cupo CADIVI de viajeros).

Escribirlo es bastante más sencillo que sufrirlo. Reducir las importaciones equivale a reducir la tasa de crecimiento del consumo nacional, que tiene años creciendo el doble de nuestra producción. Durante los últimos cinco años el gobierno ha utilizado las importaciones para combatir el desabastecimiento y la inflación. Las importaciones baratas fueron sustituyendo poco a poco nuestro aparato productivo, y ahora que no las vamos a poder hacer en la misma magnitud, no tenemos a nadie capaz de (re)sustituirlas a nivel local. Eso traerá como consecuencia una fuerte aceleración de la inflación, que, partiendo del 36% anual que registra el área metropolitana de Caracas para el cierre de Octubre, no resulta nada auspicioso.

Esta caída en los precios agarra a Venezuela con un stock de divisas en reservas internacionales y en fondos en el exterior que bien podría utilizarse para amortiguar el golpe. Este sería el momento para reducir nuestros programas de ayuda al exterior y concentrar el esfuerzo en Venezuela. El problema está en que esos fondos nos pueden ayudar a hacerle frente a la crisis un año, pero si los precios se mantienen bajos tarde o temprano será imposible evitar el descalabro. Utilizar los fondos acumulados para sostener nuestros niveles de consumo es una estrategia peligrosa que se traducirá en pan para el 2009 y hambre para el 2010.

La otra forma en que la caída de los precios se transmite a nuestra economía diaria es a través de las cuentas fiscales, toda vez que el gobierno recibirá bastante menos ingresos fiscales por concepto del petróleo. Esa caída se puede enfrentar introduciendo “nuevos” impuestos (ITF, IDB), aumentando los que ya existen (IVA, ISLR), o recortando el gasto público. Si el gobierno opta por la primera vía tiene que pensar que la capacidad impositiva del aparato productivo privado se está reduciendo en la misma medida en que se destruye la inversión privada. Gravarle impuestos adicionales podría terminar de quebrar a las pocas empresas que aún sobreviven. Otras opciones serían devaluar, o pedir financiamiento al BCV (imprimir billetes), cuyas consecuencias inflacionarias son también conocidas.

Todo parece indicar que es muy tarde para implementar una estrategia efectiva que nos ayude a superar nuestra dependencia del petróleo en términos de divisas, de consumo, de ingreso fiscal, de empleos. El petróleo se le vuelve a quedar pequeño a Venezuela. Lo que tenemos por delante es la cosecha de la política económica que hemos venido sembrando a lo largo de todos estos años.

Miguel Ángel Santos

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