¿Cuándo acabará el invierno venezolano?

¿Cuándo acabará el invierno venezolano?

El Universal

Brasil se suma a Turquía y acrecienta nuestra frustración. Las protestas ocurridas a comienzos de este mes en Sao Paulo, a raíz del incremento en las tarifas del transporte público, se propagaron esta semana al resto del país hasta configurar la mayor manifestación pública de descontento en más de veinte años. Al igual que ocurriera hace días con Turquía, la alienación reina a todo lo largo de nuestra reacción colectiva. “¿Cómo es que éste pueblo no se ha levantado aún?”. “Somos unos cobardes, eso es lo que somos, conformistas, nos merecemos lo que tenemos”. “Aquí todos tienen bozal de arepa”. Un estimado escritor de teatro ha llegado a advertirme que mientras en otros países el tamaño de los testículos está asociado con valentía y arrojo, en Venezuela le da cuerpo a una expresión que se asocia a lentitud, falta de voluntad y sometimiento. Las circunstancias de Turquía y de Brasil no nos hacen, porque no son las nuestras, pero sí revelan quiénes somos. Descubren nuestra extraordinaria capacidad para autoflagelarnos ante la adversidad. Antes de saltar entusiasmados a ese autobús quizás valga la pena pensar en los elementos comunes que subyacen a estos fenómenos sociales.

En primer lugar, el elemento catalizador ha sido un suceso trivial. En Turquía fue un proyecto urbanístico que acabaría con unos espacios verdes en Estambul. En Brasil fue el alza de nueve centavos de dólar en el transporte público de Sao Paulo. Esto nos dice mucho acerca de la dificultad para predecir (o tratar de encender) estas demostraciones: Siguen un proceso de incubación, similar a una pirámide de arena a la que se van agregando granos de forma sucesiva. A eso le dedicó la vida el físico danés Per Bak, los contornos de las preguntas que nos hacemos sobresalen en relieve de su trabajo más conocido (Self-Organized criticality): “Luego de un período inicial de acumulación, en el cual la arena se agrupa y distribuye en forma de pirámide, la estructura se vuelve inestable… entrando en una fase crítica en donde cualquier grano podría causar una avalancha, pero también podría incorporar miles de granos adicionales antes de desintegrarse… Viendo la inestabilidad de las pirámides de arena, uno se maravilla de que no haya nada en toda la ciencia física o matemática que ayude a entender mejor qué viene a continuación”. ¿Cuál será nuestro parque Gezi?

En segundo lugar, el uso desproporcionado de la fuerza en contra de ese foco inicial es un elemento esencial en el proceso de propagación a nivel nacional. No es coincidencia que a raíz de las demostraciones públicas de 2002 y 2003 el gobierno venezolano se haya cuidado mucho de reprimir una manifestación con la brutalidad de entonces. Han aprendido la lección y desarrollado un setde mecanismos de control más sútiles, infiltrando el movimiento, promoviendo pequeña guerrillas dentro de la manifestación, o negociando antes de llegar a mayores. En Brasil, tras los errores iniciales se ha dejado proceder a los manifestantes, manteniéndolos dentro de ciertos límites sin abusos policiales. Esto, según reportan desde allí, las ha convertido a ratos en sucesos festivos, que la han despojado de la beligerancia (acaso también de su capacidad de transformación) inicial.

En tercer lugar, el uso de las redes sociales como herramienta de organización y canalización de la protesta, en un principio, y como mecanismo de amplificación una vez que toma cuerpo. En todos los casos la indignación colectiva ha sido atizada por videos y fotografías tomados por improvisados reporteros desde teléfonos móviles, difundidos de manera viral a través deTwitter y Facebook. Este es acaso el único de los tres elementos en donde nos encontramos apertrechados como pocos. Aún así, es una fortaleza en donde también podría residir una debilidad. Y es que eso de “conspirar” enviando y re-enviando tuits viscerales despoja a la indignación de interioridad, la vuelve subjetiva e inhibe la verdadera acción de la que se deriva la transformación.

Visto así, no deberíamos ser tan duros con nosotros mismos. Después de todo, la única forma de producir un cambio profundo en una sociedad no es a través de las manifestaciones de calle, y de hecho, muy pocas de éstas terminaron en aquello. Son acaso condiciones necesarias, no suficientes, de las que a su vez podrían (o no) derivar cambios. Pero no son las únicas. De manera que en lugar de invertir tiempo en autoflagelarnos e implorar por qué no ocurre lo que por naturaleza es imposible de predecir, deberíamos organizarnos para la acción política y prepararnos para la ocurrencia de esa avalancha. Después de todo, es casi tan seguro que todo esto se vendrá abajo como imposible de predecir cuándo.

Miguel Angel Santos

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