Cuentos del Fondo Chino

Cuentos del Fondo Chino

El Universal

Tras unos meses siguiendo el Fondo Común China Venezuela (FCCV o Fondo Chino), creo (en este entorno y por ahora poco se puede hacer más allá de creer) que puedo aportar algunos elementos que pueden contribuir con su comprensión. Como la mayoría de las cosas que se hacen por cuenta y a espaldas de los verdaderos interesados, se han ido creando alrededor del Fondo Chino ciertos mitos, que a su vez han distraído la atención de algunos de sus rasgos más interesantes.

¿Qué es y cómo funciona? En principio, lo que se conoce como el Fondo Chino son una serie de acuerdos paralelos. En primer lugar, Pdvsa establece un contrato de suministro con China Oil. Esta última adquiere el petróleo y deposita el valor del envío en dólares (calculado a precios de mercado) en una cuenta que Bandes y la Oficina Nacional del Tesoro (ONT) tienen en el Banco de Desarrollo de China (BDC). Paralelamente, China le hace un préstamo a Venezuela, que junto con aportes que hace el país, conforman el FCCV. Ese préstamo se hace a tasas inferiores a las que le exigen a Venezuela los mercados. Desde allí se financian proyectos para el desarrollo de Venezuela, que no están del todo claros y cuyo listado específico, montos comprometidos y ejecutados son muy difíciles de conseguir. Ahora bien, una proporción de la factura petrolera de los envíos a China se destina a servir la deuda de Venezuela con ese país. En principio, se estableció que por cada barril de petróleo, cuarenta dólares vayan a amortizar capital y pagar intereses, y la diferencia queda disponible para Venezuela en la cuenta de la ONT en el Banco de Desarrollo de China. De allí surgió la idea equivocada de que “esos barriles nos los compraron a cuarenta”, en lugar de a precios de mercado. Los efectos sobre nuestro bienestar no van por ahí.

¿Cuáles son los beneficios directos para Venezuela? Recibe un préstamo significativo a tasas inferiores a las que nos exigen los mercados. ¿Cuáles son los costos? Un aumento significativo de costos de transporte en relación con lo que eran nuestros mercados anteriores. Por otro lado, el último de los acuerdos (Gran Volumen: 20.600 millones de dólares) nos otorga 40% de la línea de crédito en yuanes, por lo que nos vemos obligados a importar de China muchas cosas que presumiblemente no importaríamos de no estar atados.

En definitiva, hay que sentarse a sacar algunos números, pero no luce tan desfavorable como pensábamos. En medio de las necesidades de financiamiento que resultan de la aceleración fenomenal e irresponsable del gasto en el período electoral, el acuerdo con China podría ser muy útil. Además, dentro de un contexto de expansión de la producción petrolera, el acuerdo de suministro con China bien podría servir para diversificar mercados. Lo que no se puede justificar es que un conjunto de préstamos que totalizan 36.600 millones de dólares, de los cuales se han desembolsado 34.100 y restan por pagar 27.500, haya sido hecho con una estructura administrativa tan compleja, de manera tan poco transparente, y a espaldas de la nación. Después de todo, aún no sabemos con certeza qué hemos hecho con todo ese dinero, y ese también debe ser un elemento esencial del análisis de los impactos sobre nuestro bienestar.

Disponible en:

http://www.eluniversal.com/opinion/120902/cuentos-…

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