De Bruselas para España (y nosotros)

De Bruselas para España (y nosotros)

El Universal

La Comunidad Europea (CE) aceptó ser menos estricta con España, a cambio de un conjunto de “sugerencias” de política que ésta deberá implementar. Me parece una discusión urgente para nosotros, porque al igual que en el caso España, los nuestros no son males que se vayan a corregir ajustando aquí y soldando allá, nada que se pueda reparar con Soldimix o Resistol. Además, el caso español nos obliga a pensar en la discusión de verdaderas reformas y nos saca – así sea por un instante – de la caimanera mental de las subastas del SITME y SICAD, empresas fantasmas de CADIVI, expropiaciones, actuaciones del SENIAT y SADA.

En principio, se le ha permitido a España cerrar 2012 con déficit de 6,5% (en lugar de 6,3%) y 2013 con 5,8% (en vez de 5,5%). Para empezar: ¿por qué la CE puede opinar y sugerir políticas a España? Porque en 2012 España acudió allí para solicitar asistencia financiera. El “préstamo favorable” (Rajoy dixit) o rescate (oposición) estaba sujeto a medidas “fiscales, macroeconómicas y estructurales” y aunque al principio ambas partes se hayan hecho los locos, la “sugerencias” (lo que España debe hacer) al fin han llegado. Las metas más laxas podrían significar ajuste fiscal menor y una recesión menos difícil (no más fácil) a cambio de más reformas hoy y mayor deuda para mañana.

Una primera área de “sugerencias” es el sistema impositivo. Es curioso que se repita mucho por ahí que España tiene los impuestos más altos de Europa. Eso es algo que técnicamente no es cierto: España sí tiene unas de las tasas más altas de Europa, pero no es el país en donde se pagan más impuestos. ¿Y cómo es eso posible? Por el altísimo grado de evasión fiscal, de las tasas más altas resulta una de las recaudaciones más bajas (34% del PIB, muy por debajo de la media de Europa de 40%). Quizás sea por eso que la CE haya decidido centrarse en el aumento del IVA, un impuesto que puede resultar regresivo (pagan más quienes tienen menos) pero con una eficiencia de recaudación mayor. En concreto, se ha solicitado que se reduzca la gama de productos sujeto a 10% de IVA (posibles candidatos el sector sanitario, hoteles, restaurantes y transporte de viajeros) y se pasen a la tasa de 21%. Otras medidas fiscales sugeridas son la introducción de impuestos ambientales orientados a reducir el consumo de gasolina y la reducción de los incentivos de las empresas a endeudarse (se hace limitando el monto de intereses que pueden deducir de ISLR). El documento no hace suficiente énfasis en la ampliación de la base imponible (los montos a partir de los cuales se pagan impuestos), quizás porque la CE (y España) tiene sus urgencias y en épocas de crisis los tamaños de la base (como quiera que se defina) se reducen drásticamente.

La CE también ha sugerido cambios en la eficiencia del gasto público. Este es otra cifra alrededor de la cual se ha tejido un mito: “España tiene un gasto público muy alto”. La verdad es que el gasto público en España es 44% del PIB, el número 18 entre las 27 economías de la Unión Europea (y por debajo de la media de 49%). Entre las sugerencias concretas dentro de esta categoría hay muchas que nos tocan muy de cerca, como evitar la indexación automática de salarios de funcionarios públicos, suspensión de las obras de infraestructura sin rentabilidad social, o eliminación del subsidio eléctrico.

Europa también se ha centrado en la reforma de la seguridad social para hacerla “sostenible”. Es decir, que las contribuciones que un trabajador medio hace a lo largo de su vida sean suficientes para pagar por su jubilación. Esta es un área que representa un verdadero reto, puesto que: a) La esperanza de vida aumenta, b ) Las pensiones tienden a ajustarse por inflación y c) Está cayendo la tasa de natalidad.

Por último, la Comunidad Europea sugiere a España reformas en dos áreas fundamentales para aumentar la productividad y el dinamismo del sector productivo. Por un lado, insta a continuar la reforma del mercado laboral, haciendo más barata la contratación y el despido, e implementando planes de cooperación entre el sector público y el privado para recuperar el empleo en el corto plazo. Por el otro, ha vuelto a insistir en el tema de la educación como herramienta para mejorar la productividad, única fuente de crecimiento de largo plazo.

En nuestro caso, y aunque yo no sea un abogado de la austeridad, varias de estas reformas son muy urgentes. La mayoría son temas tabú o quizás peor, son temas de los que nadie quiere hablar. Cuando uno hace referencia a estas cosas recibe invariablemente las mismas miradas que recibió el que se apareció con la cuenta en La Última Cena. Si queremos cambiar, eso es algo que en algún momento tendrá que cambiar.

Disponible en:
http://www.eluniversal.com/opinion/130605/de-bruse…

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