Habrá que gobernar

Habrá que gobernar

El Universal

El domingo no fue la primera vez que el gobierno ha sido minoría en lo que a voluntad popular se refiere. La diferencia es que esta ocasión sí coincidió con un evento electoral. Durante 2002 y 2003 todos los estudios de opinión reflejaban una notable pérdida de popularidad oficial. En aquél entonces, el gobierno respondió demorando el referéndum revocatorio y dedicándose en el ínterin nada menos que a gobernar. Se introdujeron las misiones Barrio Adentro, Robinson y Rivas, y se conformó la red de distribución de alimentos MERCAL. Todas estas iniciativas iban al corazón de los principales déficit de atención social que se denunciaban con insistencia desde las universidades venezolanas: Salud, educación y nutrición. Las misiones no los resolvieron, pero sí contribuyeron a difundir la impresión de que “alguien se está haciendo cargo”. Esa mayoría que se puso de manifiesto en el RR de agosto 2004 se había mantenido incólume hasta hace muy poco.

Todo este pequeño recuento viene muy a propósito de los resultados electorales. No hace falta ponerle mucho sentido común para darse cuenta de que una enorme mayoría (quienes votaron en contra de la reforma y quienes no se manifestaron) lo que le está pidiendo al gobierno es que gobierne. Le están reclamando que deje de vivir de la construcción de aquellos primeros módulos de Barrio Adentro, muchos de los cuales hoy en día están abandonados o mal dotados; que garantice la transición entre las misiones educativas y el mercado laboral, que resuelva el problema de la inseguridad, que garantice el abastecimiento y acabe de una vez por todas con la escasez, que acabe con la inflación.

Siendo así, yo pensaba que, aunque con cierto fastidio, la actitud oficial sería “bueno… ahora habrá que gobernar”. A juzgar por las primeras reacciones, no han leído los resultados de esa forma. El pueblo que antes era sabio, ahora es inmaduro. Todo lo rechazado el domingo pasado por la vía de la reforma constitucional, lo vamos a tratar de introducir, de todas formas, por otras vías. El castigo al gobierno es un auto-castigo, es una prueba de que quienes eligen no saben lo que más les conviene (esa es la piedra angular de la ideología fascista). Cilia Flores insiste en que la Asamblea está allí “a la orden del Presidente y del pueblo” (en ese orden). El problema está en que por primera vez ha quedado constancia de que ambas cosas no son lo mismo. No es “y”, es “o”.

Mientras tanto, los problemas cotidianos siguen agravándose. La inflación de noviembre pasó de 4%, en doce meses supera 21%, 29% en el caso de alimentos. La escasez continúa. La solución parece estar lejos del alcance del gobierno, que sigue teniendo en ascuas al sector privado venezolano e inhibiendo la inversión, mientras continúa acelerando el gasto público y manteniendo los controles.

Es una oportunidad única para empezar a construir una verdadera mayoría. Mientras tanto, hay que dejar gobernar al gobierno, cualquier cosa que ellos entiendan por eso. La euforia que siguió a la victoria ciclópea del domingo no oculta el hecho de que la oposición apenas sumó 200.000 votos más que en diciembre pasado. Eso alcanzó en esta ocasión, pero no será suficiente en el futuro.

Miguel Ángel Santos

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