La dificultad para administrar la abundancia

La dificultad para administrar la abundancia

El Universal

Es increíble la capacidad de quienes administran nuestras finanzas públicas para crear caos con el barril de petróleo alrededor de setenta dólares. Esta semana ocurrió la emisión del Bono del Sur III, que ha llevado la tasa de cambio en el mercado paralelo, para el momento en que escribo, a más de 5.500 bolívares por dólar. 

La historia va más o menos así: El gobierno desea convertir a bolívares parte de los dólares que PDVSA ha depositado en FONDEN (by-paseando al BCV). El Bono del Sur III le permite obtener por sus (nuestros) dólares una tasa superior a los 2.150 bolívares que le daría el BCV. En este sentido, el planteamiento del Ministerio de Finanzas es el siguiente: “Mira vale, si yo cambio un dólar en el BCV me dan 2.150 bolívares, y si tu compras un dólar en el paralelo te cuesta 5.000, ¿por qué no llegamos a un arreglo, digamos, 3.800 bolívares por dólar?” 

Es el gobierno el gran especulador en el mercado paralelo, el que más se nutre de su existencia. Uno no se imagina al Ministro de Finanzas de Noruega ofreciéndoles a los ciudadanos de ese país una operación de bonos que les permita adquirir euros a cinco coronas por euro, cuando la tasa de mercado es poco menos de ocho. Menos aún, se imagina a ese ministro eufórico en una rueda de prensa celebrando que esos bonos se hayan “requete-vendido”. Como si participar en esa rebatiña fuese una señal de confianza. 

Ahora bien, en medio del debate por la reforma constitucional, de toda la incertidumbre y la desconfianza, la demanda de divisas no satisfecha por CADIVI es mucho mayor que la magnitud del Bono del Sur III. Con el anuncio de las condiciones iniciales, todo empieza a oler a migajas, a asignación aleatoria. Si intervienen las 700.000 personas que participaron en la emisión de PDVSA, no alcanzaría ni para la mitad. En definitiva, terminan participando muchos más. Llega el lunes, y no se decide nada en relación con la asignación. El martes se anuncian las adjudicaciones, cada participante recibe algo así como 860 dólares. Se queda por fuera, sin explicación, una enorme cantidad de gente. Paralelamente el Presidente, con el timing perfecto, anuncia que CADIVI debería restringir la venta de divisas. La tasa supera los 5.500 bolívares por dólar el miércoles en la mañana. Una receta para destruir el poder adquisitivo del bolívar, que funciona aún con el barril de petróleo por encima de 70 dólares. 

A partir de aquí, con este clima de inversión, es poco lo que se puede hacer. El gobierno sigue cercando a los productores locales, que aún con utilidades récord, no se atreven a invertir. Eso nos hace más dependientes de las importaciones. Seguir aumentando el consumo a través de importaciones no es sostenible. El modelo propuesto no ofrece ningún incentivo a la producción. Restringir las liquidaciones a través de CADIVI, con el paralelo por encima de 5.000, sólo aceleraría la inflación (o la escasez, si se mantienen los controles). Subir la tasa interbancaria para obligar a los bancos a vender sus divisas en el paralelo tiene sus riesgos (ya lo intentaron durante 24 horas). No hay atajos. Cada vez la quinta se parece más a la cuarta, pero eso sí, sin necesidad de que caigan los precios del petróleo. 

Miguel Ángel Santos

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