Las notas estructuradas y el mercado paralelo

Las notas estructuradas y el mercado paralelo

El Universal

La historia de las notas estructuradas es más o menos así. Un día cualquiera, el gobierno decide que es hora de deshacerse del montón de bonos de otros países que se han comprado desde el FONDEN, con los fondos que PDVSA y el BCV le han transferido a esa entidad.

El gobierno procede a reunir a un equipo de banqueros de inversión internacionales, que acuden ávidos con sus tapabocas y pinzas nasales (que huela mal no significa que no se le pueda sacar provecho). Con su ayuda, el gobierno procede a empaquetar varios bonos que ha adquirido de diferentes países, y vender un nuevo instrumento, que equivale a ofrecerle al comprador un pedacito de los bonos de cada una de esas repúblicas.

Ahora bien, si el gobierno necesita dinero y desea deshacerse de los bonos de Ecuador, Argentina, Brasil, etc. ¿Por qué hace eso tan complicado? ¿Por qué no los vende en el mercado internacional y punto? Y aquí es donde se pone interesante.

En primer lugar, porque ya el valor en dólares que estaría dispuesto a pagar el mercado hoy es muy inferior al precio al cual fueron adquiridos esos bonos, y eso trae consigo sus propias implicaciones en términos de salvaguarda del patrimonio público. En segundo lugar, porque es mejor vender esos bonos (denominados en dólares) en Venezuela, y recibir a cambio bolívares, esquivando al BCV. Al no intervenir el BCV no se crea dinero nuevo, y además se consigue una tasa bastante mejor que 2,15 bolívares por dólar. Acudir al BCV no es negocio para el gobierno (y además le concede una transparencia indeseable al proceso).

Así, si el gobierno adquirió hace dos años un bono de Ecuador por 100 dólares, y ese bono en el mercado hoy vale sólo 70 dólares, es mejor ofrecérselo a alguien en Venezuela por la módica suma de 266 bolívares fuertes. Para el que compra, la tasa implícita resultante entre los bolívares que entrega (266) y los dólares que recibe (70) es de 3,80, bastante inferior a la que tendría que pagar por un dólar en el innombrable mercado paralelo. Esa ganancia automática se le otorga a dedo a instituciones financieras y casas de bolsa. No se convoca a una subasta. Eso sí, no hay duda de que ese mismo dedo que asigna también anota.

Ahora el gobierno puede decir que ese bono ecuatoriano fue vendido con “tremenda ganancia”, porque los 266 bolívares equivalen (a la tasa oficial de 2,15) a 124 dólares (había costado 100). ¡Desapareció la pérdida patrimonial! ¡Aleluya!

En resumen, el gobierno venezolano aprovecha la brecha existente entre el dólar oficial y el paralelo para deshacerse de esos bonos, maquillando la pérdida patrimonial que ha sufrido la República; se los vende a un grupito de instituciones (regalándoles una enorme ganancia cambiaria), que los adquieren con bolívares que ya estaban en circulación, y satisface así la demanda de divisas que hay en Venezuela para promover salidas de capitales (el año pasado se bajaron 16.700 millones de dólares de nuestra balanza de pagos por este concepto). Y eso se hace al mismo tiempo que se prohíbe mencionar al paralelo y se condena a quienes en el pasado acumularon fuertes cantidades de divisas en el exterior por cortesía de los gobiernos corruptos de la cuarta república.

Miguel Ángel Santos

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