Phelps no llega a Caracas

Phelps no llega a Caracas

El Universal

El premio Nobel de Economía le ha sido concedido este año a Edmund Phelps por su contribución al estudio de la relación entre inflación y desempleo, un aporte a partir del cual se ha redefinido el rol de los bancos centrales en la estabilización de la economía. Esta noticia fue reseñada por la prensa venezolana en coincidencia con unas notas de Domingo Maza Zavala celebrando los 66 años de la fundación del BCV. Siendo así, surge de forma espontánea la pregunta: ¿Qué implicaciones tienen los trabajos de Phelps sobre el rol de nuestro propio banco central? 

Vayamos por partes. Las investigaciones de Phelps surgen en respuesta a quienes en los años cincuenta creían en la existencia de una relación directa entre la inflación y el desempleo: Menor desempleo podría ser alcanzado a costa de mayor inflación, y menor inflación podría llegar a costa de mayor desempleo. Esta teoría parte del supuesto de una economía funcionando a plena capacidad instalada, precisamente allí en donde se encuentra la economía venezolana por estos días. 

Aquí, mientras el BCV reporta que la mayoría de los sectores productivos se encuentran operando a plena capacidad, el gobierno sigue aumentando el gasto público y generando un estímulo que disminuye el desempleo (de 12,6% a 9,6%, de Julio 2005 a Julio 2006), a costa de una inflación que ya alcanza 28,3% en alimentos para los últimos doce meses, 15,4% para el índice general al consumidor. El rol de nuestras autoridades monetarias, dentro de esta concepción de la relación entre inflación y desempleo, se ha restringe al plano táctico de corto plazo: Llenar al BCV de títulos para absorber dinero (al cierre de Agosto el BCV tiene una deuda equivalente a 130% del total de monedas y billetes), ocasionándole pérdidas monetarias al instituto, cuyo patrimonio, si se le contabiliza de forma apropiada, ya se acerca a los 4 billones (doce ceros) de bolívares en negativo. 

¿Y en dónde está la contribución de Phelps? Hacia finales de los años sesenta, Phelps y Milton Friedman (Nobel en 1976) incorporaron el rol de las expectativas dentro de la concepción tradicional de la relación entre inflación y desempleo: Si aumentan los precios de manera más acelerada de lo previsto, tanto empresas como trabajadores tratarán de ajustar sus precios y salarios a ese nuevo ritmo, más acelerado. Según esta nueva concepción, las expectativas que todos nos hacemos en relación con los niveles de precios tienen una influencia que va más allá de la relación directa en que se había creído hasta entonces. 

Es evidente que las implicaciones de las teorías de Phelps, recogidas en muchos trabajos que aparecieron a finales de los años sesenta, no son precisamente lectura de cabecera de quienes conducen nuestra política monetaria y fiscal. Aquí los efectos que tienen sobre las expectativas la transferencia sin contrapartida de reservas internacionales del BCV hacia el gobierno, el pésimo ambiente que existe en relación con la actividad económica privada (responsable de que la inversión se encuentre en su punto más bajo en los últimos veintisiete años), los aumentos de salarios por decreto, el déficit fiscal en plena bonanza, no entran en la ecuación mental de los responsables de nuestra política económica. 

Miguel Ángel Santos

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