Ha llegado a mis manos un folleto titulado “Empresas de Producción Social (EPS): Preguntas y Respuestas”, que en teoría proviene de PDVSA y procura aclarar las dudas que existen sobre las relaciones entre la petrolera estatal (cada vez menos petrolera y más estatal) y estas unidades de producción (cada vez más unidades y menos producción). Digo “en teoría”, porque no es un secreto que en Venezuela la teoría se parece a la práctica nada más en teoría, en la práctica no se parece. Voy a partir de la base, me obligan a advertirlo el sentido común y la Ley RESORTE, de que el documento proviene de PDVSA y no es un panfleto de mal gusto confeccionado en los laboratorios de propaganda de la oposición.
¿Usted quiere obtener un contrato de PDVSA? Bueno, entonces tiene que ser una EPS. ¿Qué es eso? Lo importante no es tanto qué es, sino qué debe hacer para serlo: 1) depositar un porcentaje del contrato al que aspira (entre 2% y 5% según el tamaño) en un “Fondo Social”, y 2) mantener una Oferta Social de servicio a la comunidad. Para evitar confusiones, se deja bastante claro que esta Oferta Social no puede ser financiada con los reales que la propia empresa pone en el Fondo Social. Es aparte. Así, los “Distritos Sociales” supervisarán que las EPS dediquen un porcentaje “adecuado” del contrato otorgado al Compromiso Social (Fondo Social más Oferta Social). ¿Qué porcentaje? El documento no lo especifica, pero se “velará porque el porcentaje sobre el monto contratado sea tal que asegure la sostenibilidad del programa”. Es decir, la empresa debe invertir en Compromiso Social lo máximo posible siempre que no ponga en peligro su existencia. Siendo el porcentaje tan voluble, entrará en juego una nueva categoría de empleo llamada “Supervisor de Distrito Social” que dará la “buena-pro social” a las EPS (indispensable para seguir aspirando a nuevos contratos). Pasatiempo: ¿Cuántas alcabalas hay en este procedimiento?
Esta concepción suprime la idea de beneficio o utilidad. Ahora bien, si una EPS llega a producir pérdidas, el Estado no tiene nada que ver con eso, “las pérdidas en una EPS son distribuidas igualitariamente entre sus miembros”.
El primer párrafo del documento es bastante claro acerca del espíritu y de la concepción de la actividad económica privada: En una EPS, el trabajo “tiene significado propio, no alienado” y “no existen privilegios asociados a la posición jerárquica, con igualdad sustantiva entre sus integrantes, basadas en una planificación participativa y protagónica y bajo régimen de propiedad estatal, colectiva, o la combinación de ambas”. No se incorpora la propiedad privada. Adiós a la especialización del trabajo.
PDVSA supervisa todo, grado de cumplimiento social de la empresa, efectividad y eficiencia en la ejecución de las obras; y es además quien distribuye los fondos, tantos los del Fondo Social, como los de un Fondo de Financiamiento que se dotará inicialmente de 100 millones de dólares para ser destinados al fortalecimiento de las EPS y al desarrollo de Unidades de Producción Comunal. Tasa de interés: entre 0% y 3%. PDVSA ya no es PDVSA, es un politburó, es un ente controlador omnipresente. Ojear estas once páginas de cables pelados deja un sentimiento de inminencia, de urgencia, de “ya estamos ahí”, “a la vuelta de la esquina”. Esa esquina, se llama tres de diciembre.
Miguel Ángel Santos