“¿Por qué no te callás?”

“¿Por qué no te callás?”

El Universal

Basta con caminar un rato por los alrededores de Buenos Aires para darse cuenta de que el conflicto que paraliza a la capital va mucho más allá de la propuesta de la Presidenta Kirchner para elevar los impuestos (retenciones móviles) al agro. Esto se parece más a esos matrimonios ya agotados en donde cualquier disidencia mínima, por más trivial que sea, desata un huracán de agravios cuya dimensión no guarda relación con la disputa original. En este caso el compromiso que se va deteriorando es el de la pareja Kirchner con la propia Argentina.

En pocos meses, los excesos ideológicos del gobierno han conseguido borrar una larga historia de disputas entre los porteños y la gente del campo, creando un enemigo colosal. La multitud de casi trescientas mil personas que acudió esta semana a la avenida Libertador estaba compuesta por campesinos, sí, pero también por radicales, piqueteros, peronistas disidentes, tecnócratas y bastante clase media. Una nueva especie de monstruo con muchas cabezas, una masa todavía amorfa que, aprovechando la convocatoria del agro, se acercó a manifestar su descontento con la pareja presidencial.

En respuesta, el gobierno decidió convocar su propia manifestación (unas setenta mil personas). “Será un día complicado”, advierte un taxista. “Imagínese usted, han dado el día libre a todos los trabajadores públicos, para obligarlos a asistir al evento del Presidente Kirchner”. Sí, sí, me imagino. La organización oficialista se ha reservado hasta el final la hora en que intervendría Néstor Kirchner; en un último esfuerzo por estorbar, por restar espacio a los líderes del agro.

En su discurso, el Presidente transformó la queja agropecuaria en un golpe de Estado: “Acá lo que se quiere es destituir al gobierno y desestabilizar a la patria”. Votar en contra del gobierno equivale a pedirle la renuncia a la Presidenta. Se trata de nosotros contra ellos. No puede haber fracturas de conciencia. El matrimonio Kirchner también trató de amedrentar a la disidencia interna: “Los agoreros y los oportunistas también han hecho acto de presencia en nuestro espacio, estaban calladitos”.

La votación en el Senado culminó en la madrugada del pasado jueves, tras más de dieciocho horas de debate, 36-36. En esa circunstancia, a las 4:21 AM fue llamado a votar el Vice-Presidente de la República. Al compañero de fórmula de Cristina Kirchner le correspondía romper el empate. Argentina entera estaba en vilo. “Este es el día más importante de mi vida. La historia me juzgará. Voy a votar de acuerdo con el dictamen de mi conciencia. Mi voto no es positivo. Voto en contra.” Con esas breves palabras Cobos le ha devuelto la fe en la institucionalidad a una nación entera.

Más importante aún que esta bofetada legislativa es el hecho de que al matrimonio Kirchner, a la Presidenta y al Presidente, el dinero no le alcanza. El reparto millonario de subsidios, los programas de “becas” que comprometen la independencia política de los receptores, la inflación, y los coletazos de la situación laboral (disfrazada aquí también por novedosas metodologías) han vuelto a complicar la situación fiscal. Es muy difícil mantener a flote esta forma de hacer política sin petróleo.

Miguel Ángel Santos

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