Queda juego para rato

Queda juego para rato

El Universal

“Y mientras eso ocurre, Ud. diputado continúe con su intervención, siga haciendo referencia a los créditos adicionales, a sus beneficiarios, lance algunas cifras aquí y allá, como si nada estuviese pasando”. La golpiza de hace tres días en la Asamblea Nacional fue planificada con esmero. No ha habido en ella ningún exceso, y si lo hubo fue en la medida en que el gobierno percibe al exceso como un requisito indispensable para mantener el poder. El mensaje está claro. Procuran dibujar una línea, levantar un muro que nos asfixie y reduzca todas nuestras posibilidades a una incómoda elección: Aquí o se dan golpes o se reciben golpes. En esos términos, sea cual sea nuestra elección, tenemos las de perder.

Evitar caer en esa trampa no será nada fácil. El temor a perderlo todo los hace prestos a cosas y lugares a los que nosotros no estamos dispuestos a ir. En este contexto se ha ido esterilizando poco a poco la posición de la oposición. La concentración del pasado miércoles sirve de portarretrato a esta postura: demasiado aséptica, químicamente pura, muy localizada en una zona de la que ya salimos hace tiempo, cuando aún no habíamos cruzado los límites de la mayoría. Así, aunque la propia renuencia del CNE a auditar las áreas más susceptibles de fraude nos hayan abierto una puerta de salida de nuestro propio Vietnam, pareciera que nos hemos ido deslizando de a poco, que hemos ido perdiendo terreno. Predomina una sensación de oportunidad perdida.

Por fortuna no somos los únicos que vamos perdiendo terreno. No sólo a nosotros se nos está moviendo el piso. Acaso aquí encuentre sentido nuestra estrategia. El gobierno sigue dando muestras de debilidad. Económicamente el fin del proceso de ajuste aún está lejos. El exceso de octubre pasado ha dejado a la economía herida de muerte. La devaluación apenas ha alcanzado para mantener la contribución fiscal de PDVSA, sin ayudar significativamente a reducir el abismo de 18% del PIB entre ingresos y egresos. El flujo de divisas está muy comprometido. Tras catorce años de destrucción productiva nuestro consumo depende de importaciones de una forma que ya no pueden costear ni aún con estos precios petroleros. El gobierno también debe importar masivamente con una eficiencia menguante, hay que pagar servicios en dólares a compañía extranjeras para mantener el petróleo fluyendo a un ritmo cada vez menor. La empresa privada tiene retrasos de divisas que superan los cuatrocientos o quinientos días. Ahora proponen otorgarles algunas divisas sujetas a la traída de nuevas mercancías, dejando pendiente la enorme deuda acumulada. Para muchos esto ya no es una opción: los proveedores externos ya han ejecutado garantías o cerrado el grifo. La escasez será difícil de frenar.

Eso nos deja la impresión de que tarde o temprano se vendrán abajo. La pregunta que todo el mundo se hace por ahí, en la calle, en los cafés, en los pasillos abiertos de la Feria del Libro, es el cómo. De eso hay tantas experiencias y variedades como se quiera. Pero es temprano para considerar esta posibilidad como una certeza. Al gobierno aún le quedan algunas estrategias para exprimir dólares que Chávez no llegó a explorar. Me da la impresión de que queda juego para rato.

Miguel Ángel Santos

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